sábado, mayo 26, 2007

Subida a Peñas Blancas




Un domingo, un grupo de vecinos y amigos de Tallante, subimos a Peñas Blancas.

Formábamos un grupo heterogéneo de 20 personas entre adultos y niños, uno de ellos sobre los hombros de su padre y a ratos, de algún alma caritativa.



Punto de encuentro: Tallante
Hora: 8:30 h.


Sobre las 9:15 dejábamos los coches en el aparcamiento del restaurante La Vieja Hacienda. Perdido el asfalto, se comienza a ascender por la ladera, pero la verdadera subida empieza cuando a la izquierda nos encontramos una pronunciada pendiente.

Vamos ganando altura dejando atrás las vistas del valle.


Tras culminar esta primera subida nos encontramos con los restos que la minería del hierro ha dejado en la zona. La actividad minera en Peñas Blancas empezó en el siglo XIX hasta la década de los 60 que se extinguió.
Continuamos por una senda por la falda de las lomas y ante el asombro de mayores y pequeños nos vamos encontrando con numerosos túneles mineros. Los chicos, ante el susto de sus madres, no pueden aguantar el ansia de aventuras y entran en ellos.

Muy pronto surge en el horizonte el mar, al que ya no perderemos de vista durante la mayor parte de la excursión.
Seguimos avanzando por esta senda donde crecen palmito, tomillo, espino, lavanda, esparto, etc., hasta que a nuestra derecha, aparece por primera vez la señal roja y blanca del GR que nos indica el lugar por donde debemos empezar la ascensión que no llevará definitivamente a la cima de Peñas Blancas.

El sendero nos remonta por la loma. Parada para almorzar.

Llegamos a una amplia meseta y al final de ella, rompiendo la uniformidad, sobresale la muela rocosa de la cumbre, coronada por el mojón blanco de un vértice geodésico. Bajo ella encontramos el pequeño y rústico refugio donde dejando el peso de las mochilas, descansamos y firmamos en el libro de visitantes.
Último esfuerzo, continuamos una pequeña ascensión entre rocas y matorrales y por fin la ascensión se interrumpe bruscamente. Hemos alcanzado la cima, el punto más alto de Cartagena, a 625 metros sobre el nivel del mar.
Bajo las grandes paredes, de más de 100 metros de caída, se abre paso la Rambla del Cañar. Las vistas son magníficas: El Campo de Cartagena, Sierra Espuña, el Mar Menor, cabo Tiñoso, Isla Plana, . . .
Sentados en la cima ( y nuca mejor dicho, ver foto), las vistas nos atraen de tal manera que, nos es difícil decidirnos a bajar, pero lo hacemos y el descenso empieza. . . .
Poco a poco, unos más rápido que otros, se va bajando hasta el lugar donde habíamos dejado los coches.

Y tal como se debe terminar toda buena excursión, acabamos todos juntos comiendo una rica paella.